Abstract

Del filme “El Árbol de la vida” emana un aura cuasi indescriptible que atrapa al espectador en una ráfaga de imágenes y sensaciones que, en un inusual ritmo fluido y fragmentario, lo terminan por envolver como en una gran duración. Algo que se convierte en una pura experiencia háptica que apela a la sensorialidad del espectador mediante estrategias plásticas y audiovisuales que dan cuenta de una insólita búsqueda formal de lo cinematográfico así como de una honda introspección; volcado todo ello en no dejar indiferente a quienes contemplamos y habitamos el filme. Detectando las resonancias que este hecho mantiene con un concepto como “lo pictórico” –así como con un marcado carácter filosófico que enriquecen todavía más las esencialidades cinematográficas que tejen la obra–, este artículo tratará de trasladar en qué modo ”lo pictórico”, entendido como aquello que mediante estrategias plásticas sensibles alcanza el afectar y el ser afectado, reúne, en la “lógica de la sensación” de Deleuze asociada al sentido háptico, aquello que lo enlaza definitivamente a lo llamado “lo fílmico” y convierte, a las imágenes, en auténticas experiencias y productos de duraciones y gestualidades hápticas. Algo que se consolida como rasgo inherente en el filme “El árbol de la vida” de Terrence Malick, y que hace, de las imágenes, vehículos de verdaderos procesos de sensible transformación interior.